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martes, 28 de abril de 2009

Patatas Bravas

Tejedores, debido a mi falta de creatividad literaria tan mermada por este tiempo sin tiempo para nada, publico este cuentito que Patatita escribió con mucho cariño. Espero que os guste:



Érase una vez un grandioso bosque. Este bosque estaba lleno de todo tipo de plantas, animales, insectos...tenía los árboles más grandes y altos que podían existir, y tantos ríos cruzaban este maravilloso bosque que todo era vida y color.

Pero al sur la cosa cambiaba y mucho. Aquí el agua apenas llegaba, todo tipo de animales carroñeros habitaban las guaridas más oscuras (hienas, buitres, ratas...) y los árboles y plantas habían perdido todo su color. Aún así, entre tanta maleza también sucedían cosas bonitas, como el nacimiento de un pequeño oso. Mamá osa Morcha, rugiendo como un gran Uruk hay, tuvo un pequeño retoño junto a un matorral reseco. Una vez el osito hubo salido de su vientre, Morcha se quedó obnubilada viendo la carita del osito que había parido, cuando un albérchigo cayó de un árbol que estaba junto a ellos golpeando al osito en su carita bonita, por lo que Morcha llamó a su hijito Albérchigo.

Mamá Morcha protegió a Albérchigo en su niñez y le enseñó las cosas buenas de la vida, apartándolo así de la maleza que los rodeaba. Mamá Morcha intentaba alimentar a su retoño con todo tipo de frutos, raíces y hierbas, pero Albérchigo se negaba a comer estos alimentos, por lo que mamó del pecho de su madre hasta que ésta ya no aguantó más e intentó alimentarlo con pescado.

Como todo oso en el mundo, Morcha pescaba salmones. Intentó enseñar a Albérchigo la técnica de la pesca de este pez rosáceo y saltarín una primavera, que era cuando los salmones iban río arriba. Pero Albérchigo no era osito de río húmedo, si no de matorral reseco, por lo que su madre pescó para él el que sería el primer salmón que comería.

El aspecto era tentador hasta que la primera espina apareció y Albérchigo se negó a comérselo. Mamá Morcha, preocupada por la alimentación de su osito bonito, quitó cada una de las espinas de cada uno de los salmones que Albérchigo comía. Y así pasaron los años, hasta que un día Morcha, harta ya, mandó al carajo a su osito:

-Yo ya no te alimentaré más,
ahora tú solito te las apañarás.

Albérchigo, triste y solito, deambuló por el bosque durante días buscando algo digno de comer. Recorrió el bosque de sur a norte, ya que tenía entendido que en el norte todo era más maravilloso y tal vez allí encontraría lo que buscaba, un verdadero manjar.

Así anduvo durante días hasta que un día un delicioso olor impregnó su nariz. Albérchigo, hipnotizado por este olor, lo siguió hasta que llegó al ser que creaba aquella fragancia, la más magnífica que había olido nunca. Para su sorpresa, el origen de su deseo era una planta, una planta que estaba siendo atacada por un canino de dientes afilados. La planta embravecida azotó al perro con sus pálidas ramas pero éste no desistió en su mortal ataque. A pesar del terror que invadía el cuerpo de Albérchigo, se sintió tan sumamente conmovido por el posible fin de aquella maravillosa planta que saltó en su defensa rugiendo como su madre lo había hecho cuando lo trajo al mundo. El perro, impresionado por tales aullidos, huyó a toda velocidad con el rabo entre las piernas.

-¿Estás bien?-preguntó el osito.
-Sí, gracias -contestó la planta, todavía exhausta por la pequeña batalla.
-¿Qué es eso que tienes que huele tan delicioso?
-Son mis patatitas, que están bajo tierra; yo soy un tubérculo y crío patatitas, solo que al enfurecerme éstas se vuelven patatas bravas. ¿Te gustaría comer una?-ofreció el tubérculo como muestra de gratitud a su valentía.
-¡Oh! Por supuesto.

Albérchigo probó entonces el sabor que lo embaucaría para toda la vida, el sabor a Patata Brava. Se enamoró de tal forma de este sabor que nunca más se apartó de aquella planta, la protegió y cuidó durante el resto de sus días. Ella, a cambió, lo alimentó con sus patatas, las cuales no eran tan ricas si no estaba enfurecida, por lo que el pequeño y bonito oso vivió enfureciendo y queriendo a su nueva compañera y comiendo patatas bravas.


Pandorita

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