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lunes, 13 de abril de 2009

Algo cambió

En la semana santa de dosmilnuevo, digo nueve algo cambió en mi vida.
De repente dejé de bailar con el miedo, invité a danzar a la bella valentía.
Las agujas de los relojes marchaban en el sentido inverso y como por arte de magia las mujeres que me gustaban no defraudaban mis ilusiones, ya no caí ante los encantos de ninguna sirena, las que me gustaban eran auténticas.

Otro hecho muy significativo fue que algo me impedía deshacer los sueños trazados, que los grandes anhelos eran como un fuerte viento interior que me impulsaba a volar con ellos.
Quizás otro detalle que al final llegué a apreciar fue mi cambio de actitud con respecto a mis más íntimos defectos. O por lo menos aquellos que en alguna ocasión me reconoció un amigo y que dejé en el baúl de los cambios pendientes para mejor ocasión. Sentía que había abierto el baúl y encima me había creído que era el momento de resolver los casos pendientes.

Pero uno de los acontecimientos más inexplicables desde la citada semana fue que la gente parecía contagiarse de aquel cambio. Aunque no me conocieran, aunque no se hubiesen percatado de mi nuevo “look interior”, era como si la felicidad que irradiaba se transmitiese a la gente con sólo mirarla. Sin embargo lo más sorprende estaba por llegar.

Al mes de todo lo sucedido, la realidad global también sufrió de esta onda expansiva de:
¿Valentía? ¿Cambio? ¿Ganas de mejorar? ¿Amor?... No se, pero no pude evitar derramar una lágrima tras otra cuando leí en el periódico que era la primera vez en toda la historia que ninguna guerra o conflicto armado seguía latente (nadie consideraba humano empuñar armas o usar la violencia), que nadie se moría de hambre ni por ninguna de las innumerables injusticias del mundo que hace un mes eran el pan de cada día. La gente, pese a seguir sintiéndose de un país, pueblo o comarca, no veía por ello necesidad de competir con el resto porque pensaban que la Tierra era de todos y la única forma de seguir disfrutando de la belleza y bienes de tan exótico planeta era cooperando. La sociedad usaba el término mama Tierra con una naturalidad (y nunca mejor dicho) sorprendente. Fue bastante impactante ver en la reunión por la crisis, digo oportunidad mundial a todos los líderes de las ahora cuestionadas naciones cantando abrazados el Imagine de Lennon. Pero todavía más grato fue que acto y seguido, como si de verdad hubiesen sentido el mensaje de la canción, todos al unísono decidieron decretar la supresión total de los gastos militares de sus respectivos países. Ese dinero se invertiría en mitigar el Cambio Climático, ya fuese mediante reducción de emisiones, del consumo exacerbado o con investigación en renovables. Podría escribir un libro sobre todos los cambios globales que acontecieron a partir de mi cambio personal, pero para ajustarme a la pretensión de relato breve, citaré los dos últimos hechos que me llamaron la atención. En cuanto a la educación no hizo falta que hubiera grandes debates ni discursos sobre el más idóneo modelo educativo, era comúnmente aceptado que la solución era formar primero personas y después licenciados. Además por otro lado, otro hecho a destacar fue que nadie consideraba necesario imponer su voluntad sobre la del resto, ningún gobierno derivó en dictadura...

A, por cierto, quería aclarar que mi universo es el que los científicos (que no paran de hacer nuevos descubrimientos) han determinado en denominar el C, en honor al gran Cambio que acabo de mencionar. Según afirman existe una infinidad de universos paralelos. Y mi nombre es Diego Corrales Civantos.

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