Dejé de ver en tu sonrisa
mas que dientes afilados,
me absolví de los besos robados,
y al conejo blanco dejé de seguir,
abandoné la bebida,
el tabaco, el sexo y los pecados,
anclé tantos vicios al pasado,
y he empezado, por las noches, a dormir.
He olvidado la risa, y el llanto,
el desasosiego y la euforia
las enterré en la memoria
y no me siento infeliz,
descubrí, de lo inmóvil, el encanto
retiré el riesgo de mi historia
parando, de las emociones, la noria,
y ahora, solo espero a morir.
NACHO HIDALGO
martes, 14 de abril de 2009
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ma molao!
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