Déjame tus labios y tu voz,
tus manos verdes.
Olvidar los tactos que conozco,
los sonidos que recuerdo,
las miradas al abismo antes del vuelo,
que borre el rumbo del viaje y caminar,
siempre desnudo,
hijo en flor nacido
de la punta de tus dedos.
Sin equilibrio ni mitades,
pequeño y pleno
en un regazo de nubes.
[...]
Ya sabes, palabras,
versos libres y breves,
versos en pañales,
y al final, te miro
y me entiendes.
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mu weno.
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