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lunes, 23 de marzo de 2009

Sea pues, la hipocresía Constitución

Es sacerdote afortunado
el que moraliza desde el altar
y se olvida al fornicar
que significa el pecado.
No lo es menos el monarca (ni su sucesión)
aprobando la igualdad desde palacio
donde van los cambios tan despacio.
Sea pues, la hipocresía Constitución.

No se queja la casada,
si prefiere compartir el lecho
con quien no comparte el techo,
de que el marido nunca sepa nada.
Tampoco protesta el banquero (ni su arcón)
al hacer creer que tiene el usurero
más de filántropo que de bandolero.
Sea pues, la hipocresía Constitución.

Si el político está encantado
y si le ayuda en su lucha
(¿y desde cuando se escucha
al que resulta perjudicado?)
no resulta prudente otorgar la concesión
de indignarse u oponerse, en tan oscuro presente,
cuando, por razones de estado, mienta el presidente.
Sea pues, la hipocresía Constitución.

Tampoco en un humilde servidor
que gusta de tantos vicios
y conoce de la mentira los beneficios,
encontrareis oposición:
Sea pues, la hipocresía Constitución.



NACHO HIDALGO

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