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lunes, 9 de marzo de 2009

Ad infinitum

El ambicioso escritor se sienta frente a su escritorio y, con la impaciencia que produce la visita de las musas, la tinta empieza a reflejar en el papel, al ritmo de sus manos, su genial idea: un relato sobre un escritor que narra la historia de un literato que escribe contando como un escritor relata... dando lugar a una interminable lista de escritores escritos, algo parecido a lo que ocurre al enfrentar dos espejos.

De repente, se detiene, y con inquietud se pregunta si no formará él parte de la infinita lista de escritores escritos. Mira hacia arriba, como esperando encontrar en el techo la respuesta, evidentemente sin encontrarla. Quitándole importancia al tema y cogiendo con fuerza la pluma, obliga a su personaje, sin que este sepa de su intervención, a preguntarse esto mismo y a reaccionar de igual manera. Antes de firmar el relato, no puede evitar esbozar una sonrisa maliciosa por haber hecho creer a su criatura literaria que es el verdadero artífice de la interminable sucesión de escritores y relatos.



NACHO HIDALGO

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