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jueves, 12 de marzo de 2009

La leyenda del Cunnilingus de la muerte

He aquí, una muestra, inédita hasta ahora, sobre las posibilidades maestras y las maravillas artísticas a las que puede llegar el ser humano. Un escrito que guardará internet en nuestro blog y todos nostros recirdaremos en nuestros corazones. Gracias Put, por este regalo que nos has hecho a mí y al arte.


En un periodo ya pasado, había un pueblo apoderado por el aburrimiento, un sitio donde nunca ocurría nada fuera de lo normal, fue aquí, en el lugar más insospechado del mundo, donde nació Albert War el 22 de febrero del 1754. Era el primer parto de su madre, parió a su hijo en un pajar, donde el hedor era insoportable . Aquel día no hubiera podido sobrevivir si Albert War no hubiese sido alguien tan especial. Ante el intento de abandono por parte de su madre, aquel chico tuvo que pasar los primeros años de su vida en el orfanato Madison Elisabeth. Para Stephany Prisen, la dueña de aquel harapiento lugar, War era una fuente de ingresos como los demás niños, pero estos notaron enseguida que este tenía algo distinto a los demás. Cuando tenía cinco años, Albert War aun no sabía hablar y tampoco poseía ningún talento que le hiciese único entre los demás humanos. Además aquel chico tenía un gran problema y es que Albert War llevaba dos años sin comer. Tenía a la gente del pueblo tan preocupada como fascinada por aquel asombroso hecho. Pero un día, ya con 12 años mientras andaba por las calles siniestras de aquel fantasmagórico pueblo, oyó un ruido celestial proveniente de un pequeño puesto de helados. Fascinado por aquella melodía, se aproximó como embrujado a aquel puestecillo. La mezcla de colores proveniente de los distintos tipos de helados, hizo que la boca de Albert War se humedeciera tanto que no tardó más de dos segundo en probar aquellos apetitosos manjares. Fue tal la explosión de sabor producida en el interior de su boca, que pasó los siguientes años de su vida alimentándose únicamente de aquel delicioso sabor. Lo que él no sabía es que este extraño suceso le iba a hacer desarrollar uno de los poderes más importantes de los que jamás una persona pudiese imaginar. Pues pasó el resto de su vida haciendo solo un movimiento de lengua, aspaventándola de arriba abajo, una y otra vez, sin cesar, cada día, cada hora, cada minuto, cada segundo. Todos pensaban que esta alimentación terminaría por acabar con su vida, pero sucedió todo lo contrario, pues se convirtió en un atractivo chico, fuerte, audaz, distinguido entre el resto de los machos del pueblo. Un casual día de primavera, mientras Albert War a sus 22 años caminaba tranquilamente, vio a una joven y preciosa muchacha, de la que quedó enamorado repentinamente, pero este sentimiento fue mutuo lo que les hizo acabar apasionadamente encima de una alpaca de paja que había en un granero un poco retirado del pueblo. La chica insaciable por el apetito sexual que le producía Albert War, exigió a este que le provocase más y más placer, pero este cansado por hora y horas de continuo ejercicio, no le quedo más remedio que arrodillarse ante aquella excitada chiquilla. Y entonces ocurrió, él introdujo su lengua en aquel húmedo y palpitante músculo lleno de pelos encharcados por un jugo tan apetitoso que le hizo recordar al sabor de un helado. Entonces realizó ese aspaviento de lengua de arriba abajo. Fue tal el placer que provocó en aquella muchacha que hizo que se retorciese hasta tales límites que ella murió, murió de placer, pero murió. El chico movido por una rabia interna incontrolable, salió corriendo y se perdió en lo más profundo de un bosque que había cerca de una colina del pueblo. Cuando llego a lo más alto de aquella colina, salió de su interior un enorme grito a la vez que aspaventaba una y otra vez su lengua como el mejor sabía hacer. Aquel rugido convertido en un leve murmullo llegó hasta las casas del pueblo donde las jóvenes doncellas dormían tranquilamente. Estas se despertaron de inmediato provocadas por un gran apetito sexual que les hizo adentrase en el bosque y dirigirse a donde se localizaba aquel atormentado joven. Los hombres del pueblo llenos de rabia, cogieron todas las armas que poseían en sus casas y se dirigieron promovidos por sus celos a donde Albert War estaba saciando y matando a las muchachas sedientas de placer. Cuando estos llegaron, todas las chicas estaban muertas, lo que les hizo descargar su furia apretando el gatillo de todas sus armas y acabando con la vida de Albert War. Años después se cuenta, que todas las noches mientras la gente descansa en sus apacibles casas, se oye ese pequeño susurro, provocado por la voz y el aspaviento de la lengua de Albert War. Todos cuentan su historia, la del chico que nació siendo un don nadie, pero que hoy por hoy es una gran leyenda, puesto que ha sido el creador del CUNILINGUS DE LA MUERTE.


LUISMI GARCIA

2 comentarios:

  1. Increible, put sigue asi, espero con impaciencia el proximo

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  2. jajajaja ese albert war... era el amo... y lo es!

    grande Guerra!

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