En la línea que nos presta el tiempo
para existir,
caminamos.
Entre los decibelios
que llega a comprender el oído,
escuchamos el grito.
Y más allá:
lo que no podremos saber.
La nada.
Lo desconocido.
Y todas las líneas nuestras se mezclan,
formando oscuridad.
Yo, perdida
en este espacio de tiempo,
grito,
esperando expresar existencia.
Y estoy tan fundida
con el amasijo mecánico
de todos nosotros,
que no me distingo.
No reconozco mi voz.
Y sigo caminando
por mi tiempo concedido,
buscando metáforas
que den profundidad
a esta superficie constante;
donde todo se gasta,
se oxida viejo,
usado,
gris.
Vosotros, que desde vuestra
línea irremediablemente alienada
me oís,
camináis,
como yo,
por la parcela de vida prestada;
responded al grito que,
no sé si desde mi garganta,
me persigue:
¿PARA QUÉ?
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oleeee timita!!
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