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sábado, 12 de junio de 2010

La vida fue sueño allí y ayer

Se ha escrito un nuevo capítulo
en la novela rosa de mi vida
aunque parezca el mismo desenlace
la trama varía, varían los personajes.

Tú llegaste tan francesa, tan risueña, tan alegre
yo te vi tan alborotado, tan el mismo de siempre
tras un par de poemas y unas cuantas rayadas
decidí cruzar la línea que separa al noble del cobarde.

Por una vez fui caballero, como los de antes
y subí a tu alcoba dispuesto a declararme
la noche estalló en añicos, el momento en disparate
cuando te vi en pijama y no sabía cómo contarte.

Más no fui presa de las dudas, sino tiré palante
con el brillo de tus ojos se hizo mi corazón un baile.
¡Cuánta algarabía sentían los poros de mi piel!
¡Cómo corría mi sangre aquella vez!

Entonces bajé de la nube,
nos pusimos al mismo nivel
y juntos compusimos
los mejores versos sin saber.

Descubrí lo más sagrado
en lo que he llegado a creer
en el roce de tu cuerpo
en lo suave de tu piel.

Descubrí atónito
el gris de tus ojos
la fragilidad de tus piernas
la fortaleza de tu antojo.

Descubrí que aquella noche
fuimos John y Yoko
y nada ni nadie
nos haría amanecer...



Ahora lo recuerdo
como si fuera un sueño,
la vida fue sueño
allí y ayer.

Pero la angustia me corroe
por no volverte a tener
y creo que es pesadilla
lo que fue sueño una vez.

Entonces oigo un mantra
una canción reconfortante
las palabras que escucha
el púgil al caer:

“Prefiero vivir una noche
y morir unos cuantos días
a vivir muerto
toda la vida”

Adiós Camille,
amén.

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