De los tiempos de guerra aprendí
a infiltrarme, arropado, hacía tu boca,
por la noche, y disparar a quemarropa,
el placer de invadir tu cuerpo
y de atrincherarme allí.
En los tiempos de paz comprendí
que los besos se ganan o se pierden
que el amor si no se vierte se pervierte
que quien nacio para la guerra,
en la guerra ha de morir.
pero, ahora, en plena guerra fría
siento la sangre no derramada
que no corre por mis venas,
escondemos los dos la piel amoratada
y las cicatrices de guerra que supuran aun penas
y calculamos donde infringir la próxima herida.
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