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sábado, 2 de enero de 2010

La Selva Madred

Abrí los ojos, asustado. ¿Qué había ocurrido?

Luz artificial. Silencio.

No sabía dónde estaba ni qué había pasado. ¿Una conmoción, quizás? ¿Una leve pérdida de conciencia?

No recordaba absolutamente nada, salvo esos pocos segundos de despertar asustadizo. Miré a mi alrededor, nadie se había inmutado por mi presencia; ¿habría alguien a quien le importara lo que ocurriese allí?, ¿nos pasaría a todos lo mismo?

Una muchedumbre ajena a la empatía se distribuía anárquicamente por el lugar. Ninguno parecía comunicarse con nadie; estaban todos atentos a nada, esperando… ¿a qué?, ¿a quién?... ¿Por qué estaban todos allí reunidos, tan juntos y la vez tan solos, en aquel sitio cerrado, agobiante, luminoso?

Les observé con detenimiento; aparentemente parecían seres humanos, como yo, algunos hombres, otras mujeres, pero nadie se comportaba como recordaba que se comportaban las personas: no hablaban, no reían, ni tan si quiera lloraban…. ¿Serían robots? Vi que todos llevaban un pequeño aparato en sus muñecas que parecía controlar sus vidas. ¿Tendrían allí su corazón?, ¿estarían esclavizados por algún ser superior que desde allí les controlaba? Solo miraban al vacío… y a su corazón; la gran mayoría tenía en su tez un gesto de preocupación, también de tristeza. ¿Sería sirvientes de algún señor?, ¿presos de alguien?, ¿estarían enfermos?

Demasiadas preguntas para seres que no poseían respuestas, puede que ni tan si quiera vida. Analicé todos los medios que disponía para huir de aquel horrible y claustrofóbico lugar. Necesitaba escapar de allí, sin duda.

Comencé a andar entre aquella multitud de seres disfrazados de gárgolas dormidas. Me deslizaba entre ellos con sumo cuidado, con temor a despertarlos de su afligido y mustio letargo. Cada vez veía más cerca la abertura luminosa que se encontraba al final del pasillo. ¿Qué encontraría al cruzarlo? Casi estaba ya allí, saboreando la esperanza de escapar, cuando sonó un ruido veloz, sibilante, sutilmente atronador.

Una especie serpiente metalizada, monstruosa, hizo su aparición, desde un extremo al otro, ante la impaciencia y la inquietud de los allí presentes.

Y aquella bestia (por segundos rápida y mortal, luego en reposo) se convirtió en el mejor despertador de aquella multitud anteriormente adormecida. Todo el mundo se agolpó, de pronto, ante aquella figura; cundió el pánico y no existía ninguna clase de respeto hacia las personas mayores o los niños. Ni tan si quiera las embarazadas o los lisiados tenían preferencia en aquel ritual de alborotada y primitiva acogida. Tendría que ser una deidad de aquellas gentes, algún dios al que veneraban con fervor. De improviso se abrieron las escamas cristalinas de aquel bicho idolatrado y todos empezaron a entrar en él infiriendo empujones e insultos.

Yo aproveché aquel momento para escapar, no quería estar ni un segundo más con aquellas gárgolas que descansaban apacibles, y se habían despertado tan violentamente. Además, no lograba, sino acrecentar más mi temor, la visión dantesca que lograba observar dentro de aquella deidad semitransparente: gente y más gente aglomerada, casi sin poder si quiera respirar, como un rebaño trajeado… ni un ápice de solidaridad en aquella selva de masa humana y alma metálica.

Encontré unas escaleras y subí por ellas; pero casi no había empezado la ascensión, cuando vi a un grupo de aquellos seres, los violentos repentinos, que, ante el sonido de su dios, se agolpaban y corrían, casi saltaban (incluso alguno volaba), para intentar meterse en él antes de que se llenara (si podía llenarse aún más) o desapareciese.

La avalancha de aquellos creyentes monstruosos me sorprendió de lleno, y no pude más que intentar apartarme, sin éxito, y ser arrollado impotente por una multitud desaforada. Permanecí unos segundos allí tirado, sin que nadie hiciese nada por ayudarme.

Cuando me percaté de la desaparición de aquella tarasca, precedida de un horripilante silbido, me incorporé poco a poco. Un sonido inerte, metálico, vacío se escuchó como venido del cielo.

“Metro de Madrid, informa…
Se reestablece el servicio en línea seis entre las estaciones de Legazpi y Moncloa.
Disculpen las molestias”.


ALBERTO GUERRA

7 comentarios:

  1. muy bien albert!
    a donde ira a parar este mundo...madre mia...
    me gusta mucho tu idea, sisi...
    esto lo tienes que publicar por ahí, que lo lea más gnt y slguien espabile,que si no me pondre yo a hacer de justiciera y arraso con el Dia!

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  2. UE UE UEEEEEEEEEEE
    Me ha encantado: un relato lleno de sorpresas... jajaa
    primero, lo de los humanos inexpresivos he pensado en el libro "UN MUNDO FELIZ" de A. HUXLEY, luego, la serpiente que es el metro ¡GUAU!... y lo has bordado con lo de la resi.

    La reflexión última me recuerda a la frase de Torcuato Luca de Tena, en el libro "Los renglones torcidos de Dios": "la verdadera locura quizá no sea otra que la sabiduría misma que, cansada de descubrir las vergüenzas del mundo ha tomado la inteligente resolución de volverse loca" el paso previo es idealista JEJE

    VIVAN LOS IDEALISTAS
    p.d: de los mejores, Albertx ¿eh? ;)

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  3. Guerra!
    un principio cojonudo, en serio, lleno de intriga y muy descriptivo sin aburrir, cojonudo...
    Pero, en mi modestisima opinion, a partir de
    "Tras esto, vi que dos de aquellas “personas” se fijaban en mí (eran las primeras que lo hacán) y se acercaron con paso firme."
    la cagas... (hablando mal y pronto), o por lo menos a mi me ha decepcionado mucho esa segunda parte
    Me parece que metes por ahi una reflexión a machete cargandote el ritmo y la narracion del relato, de repente el protagonista y narrador desaparece y se ponen a hablar dos tipos anonimos que joden todo el aire de misterio y desorientacion del principio con una explicacion muy simple y muy directa... que a mi parecer esta bastante forzada...
    Pierde toda la intriga y el interes y pasa a ser una conversacion de barrio reflexionando sobre lo divino y lo humano...
    lo dixo, creo que quedaría mejor cortandolo cuando sale la voz del metro, dejando la historia abierta y con un persistente halo de misterio en cuanto a las circunstancias de tu desorientado protagonista
    espero haberte sido util
    un abrazo

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  4. joder!1 otra vz m a pasao lo d ppner un cometaroi y q no lo acepte al final!!!!!
    aghhhhh
    ai una especi d censura acia mi persona??? :(
    weno...
    m enrrollo menos, naxo, muxas gracias x la critica (y x la xarla telfonica) a sido bastane didáctica y amena...
    tiens razon cn lo d son dos hisotias en una, ya t contao q el cuento terminaba en "metro d madrid informa" xo na..
    se m fue la pinza x lo q keria explicar un poco d dnde vnia el personaje y meti otra historia ahi´a piñon..

    resolución: (lo siento, tortuguilla, q ati t gusta sí, xo weno..)ai q se fieles al original, sí señor...nada de 2x1...
    voy a dejar la selva madred, cm el cuento original q era, y e resto (la parte dialogada)la voy a utlizar xa un nuev relato q voy a cer sobre la locura.
    ya m diréis qtal cuando lo publike....

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  5. JEJEJE al menos he llegado a tiempo para leerlo entero

    saludos tortugosos

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  6. pues me ha gustado. en serio, es original. no te esperas lo del metro al final, y es q es asi, dejamos de ser personas x colarnos como podamos (yo incluido). sueño con serpientes, con serpientes de mar...

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  7. serpientes d mar?? jajajaja
    q jodío...
    el mttro a hora punta es un verdadero asco...
    gracias x todas las crticas (positivas y negativas, todas ellas muy contructivas y gratificantes :)

    yo cn lo q flipo muxo tmb es la especie d corriente humana en q nos cnvertimos, cuando vams x los pasillos, escaleras...
    si vas acia una dirección (en un transbordo), y a tu lado van en sentido contrario y tiene q pasar xk tienes q girar xa ir a determinada línea...buffff
    a veces m siento cm si intentara cruzar entre un rebaño espantado d ñus...

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