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jueves, 25 de noviembre de 2010

La casita del enemigo

Los dueños tuvieron la amabilidad de darme total libertad para ver la casa. Estaba completamente adecuada a mi tamaño. Pasé una y mil veces por aquella semicircunferencia achatada, un agujero sin puerta disfrazado de entrada. Le daba un aire social al inmueble. “Una casita pequeña pero abierta a todo el mundo” pensé; eso me gusta”. El interior era aún más austero que a lo que simple vista parecía. Nada de pasillos, picaportes, paredes, pomos. Todo se reducía a un amplio espacio en blanco. A pesar de la ausencia de ventanas era bastante luminoso gracias a su gran entrada, constantemente abierta. Se respiraba tranquilidad allí dentro. Sencillez absoluta. Cuando salí, los dueños habían vuelto. En el umbral de la apertura me habían colocado un plato donde estaba escrito nombre. Supuse que aquel utensilio simbolizaba el comedor inexistente en la casa. No me venía mal alimentarme al aire libre, en aquel jardín cercado que rodeaba el habitáculo. El dueño se acercó y me acarició la nuca. Sonreía.

En ese entorno cálido y confiado pasé los mejores años de mi vida. La ausencia de niños me aseguraba una presencia constante de tranquilidad en el hogar. Además los dueños estaban encantados conmigo. Como no tenían hijos a los que cuidar yo era el objeto de todas sus ternuras. Es lo que tenía vivir con una joven pareja de nivel socioeconómico elevado. Una calidad de vida insuperable.

El problema empezó con la llegada de los nuevos vecinos. El marco idílico de aquella zona residencial se perturbó con la presencia de dos críos de unos siete u ocho año. Eran hermanos, y a los dos les apasionaba el fútbol. Su jardín colindaba con el nuestro y continuamente invadían mi entorno y mi bienestar con el bullicio de sus juegos y su júbilo infantil. No existía ningún roce entre ellos; nunca les oí regañar ni les vi pelear absurdamente, como hacen la mayoría de los chavales de su edad. Se llevaban realmente bien; casi contagiaban la alegría con la que envolvían cada una de sus acciones. Eran adorables, tan odiosamente encantadores que un día no pude resistir más su exquisita presencia.

Estaba tumbado en la hierba, disfrutando de la siesta a la sombra de la casa, cuando, de pronto, su balón de fútbol irrumpió en mis sueños de forma brusca y abominable. Me abalancé rápidamente sobre él y comencé a mordisquearlo, intentando pinchar aquel objeto demoníaco con el que jugaban todas las tardes. Entonces llegó el mayor de los hermanos y dio una leve patada a la pelota, con intención de que la soltara. Yo seguí a lo mío, protegiendo un poco más el balón con mi cuerpo para que no me estorbaran. Esperaba que intuyeran que habían llegado demasiado lejos y que aquel esférico no volvería ser golpeado por ninguno de sus molestos pies. Sin embargo, el hermano pequeño, imitando a su fraternal amigo, propinó una contundente y certera patada en mi cabeza que hizo que soltara, sorprendido, aquella maldita pelota. Pasé del balón a su pierna y las risas que inundaban frecuentemente aquel jardín fueron olvidadas por el llanto y unos gritos desgarradores. El odio contenido hacia aquellos demonios impidió a mi boca desengancharse de una pierna que cada vez manaba más y más sangre. Ante el ataque impotente del hermano mayor, me limité a soltarla ya al final, ya desgarrada en su totalidad, para lanzar un par de mordiscos al aparente brazo defensor del valiente allegado. Le arranqué la mano de cuajo, antes de que llegaran los dueños e intentaran apaciguar mi furia. Aquella noche dormí como un lirón. Fue la primera vez, desde que llegaron aquellos tormentosos críos, que no tuve pesadillas.



ALBERTO GUERRA

5 comentarios:

  1. Me gusta, simplemente corrige el lenguaje de sms de la ultima frase, no entiendo el titulo
    y creo, sin mucha conviccion, que las casetas de los perros suelen ser cuadradas...
    pero en general me gusta bastante (aunque pienso un poco como en la ultima, estando esta infinitamente mejor, tiene más de adivinanza que de relato...)
    Nacho

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  2. jajajajaja
    es q no todos los relatos tienen q ser cm las tipicas historias cnvencionales, d planteamiento, nudo, desenlace.

    ahora estoy en m epoca costumbrista. jajaja
    estos son cm las escenas matritenses...
    (no se si lo conoiceeras) xo del s.XXI.

    el titulo va xk los perrros....mmmmm
    no m gustan nada.
    eso d q son el mjor amigo del hombre no m va, xa mi ma q amigo e enemigo.
    (una psita mas d la adivinanza za ien sepa esa faceta mia ;)

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  3. He tenido que hacer dos leídas para entender de que iba pera en la primera me he situado bien en el espacio descrito, así que ahí bien hecho cheli.
    Pero estoy con nacho que le falta algo más de planteamiento, pero aun así es bastante origina ;)
    GUILLE

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  4. es original meterse en la cabeza del perro... pero un poquito gore

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  5. Hola, Alberto. Soy José Mora, del Taller d la Biblioteca. Para acceder al blog no tienes más que hablar con Ana, la bibliotecaria, que te dará el acceso.
    A principios de marzo se inicia otro taller más avanzado. Creo que podrías asistir, por si acaso te interesara.
    Nos veremos en el Taller.

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