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sábado, 28 de noviembre de 2009

La leyenda de Ojos Grandes

- Cuéntanos sabio Singht alguna historia que hable de aventuras interestelares.
Como cada equinoccio de primavera, los habitantes de la aldea se reunían en torno a una fogata para escuchar los cuentos y leyendas de los más ancianos del lugar.
- No sé, hijo mío. No recuerdo ninguna... Aunque pensándolo bien si que conozco una leyenda que habla sobre el universo y que me la contó mi abuelo como a él se la contó el suyo.
- Por favor, cuéntanosla.
- Está bien, os contaré la leyenda de Ojos Grandes.
- ¡Viva! - Dijeron a coro los niños presentes aquella noche.

“Pues todo comenzó hace diez mil años en nuestro vecino planeta Tierra. Una joven llamada Naira, que en alguna lengua antigua significaba de ojos grandes, amplia visión, nació en un momento de crisis histórica de su civilización. Y no pudo ser más acertado este apelativo con que se vino a llamar. Cuando el sistema económico mundial se resquebrajaba por su exceso de libertinajes y egoísmos, la gente, mejor dicho, una parte de la población, comenzó a organizarse para crear algo nuevo, basado en el respeto a la naturaleza y a sí mismos: véase derechos humanos, reglas justas de comercio, economía solidaria, reinventar el desarrollo sostenible más allá del bonito y malgastado término, soberanía alimentaria e incluso nuevos partidos políticos en los que la mayor virtud no era el perfecto uso de la palabra, sino la capacidad de ser buena persona. Es decir, que simultáneamente convivieron dos maneras de entender la vida y el mundo.
Trágicamente, los que ostentaban el poder, no permitieron el cambio de paradigma y fueron eliminando poco a poco a las cabezas visibles del nuevo movimiento, entre ellos Naira. Eliminada la esperanza, la civilización se sumió aún más en un profundo caos: guerras por los recursos, crisis humanitarias debido a la creciente desigualdad en el reparto del pastel, brotaron las xenofobias como consecuencia de las migraciones masivas y lo peor de todo, el aumento de los desastres naturales como consecuencia del cambio climático y la incapacidad de los gobernantes por llegar a un acuerdo drástico para atenuarlo. Algunos aseguran que nosotros somos los descendientes de los pocos terrícolas que lograron escapar de la autodestrucción...
Volviendo a nuestra heroína, al morir fue a parar a la Isla de los Dioses. Es el lugar que emerge de las tres dimensiones del universo para situarse en una cuarta dimensión, dónde se anulan los conceptos de espacio y tiempo. Allí se pueden vislumbrar todos lo universos, encajados en canicas. De vez en cuando, aunque allí no existe esa expresión, los dioses revisan sus universos: que mi universo se está expandiendo adecuadamente, que el mío no me crece lo suficiente, que si el mío no se contrae como debería... y tienen grandes discusiones los creadores de cosmos, sobre cuestiones que van más allá de la metafísica y que no somos capaces de imaginar.
Entonces llegó Naira, es su forma etérea, a aquel lugar o no lugar. Primeramente observó maravillada la danza de los universos. Al acercarse a las diminutas canicas se podía ver desde la rotación de los planetas hasta el majestuoso movimiento de las galaxias. Parecía no estar nada estático en todo el cosmos.
- En efecto - dijo uno de los dioses que acababa de aparecer.
- ¿Dónde estoy? Esto parece ausente de todo, de gravedad, de movimiento, de tiempo... ¿Dónde estoy?
- No te inquietes “Ojos Grandes”, que podrás preguntar todo lo que desees. Estás en la Isla de los Dioses, allí donde, o más bien no donde, jajaja qué gracioso invento éste del espacio, van los que han cambiado su cachito de universo, en tu caso tu cachito de mundo.
- Pero si no pude conseguirlo, no logré cambiar el mundo, no lo logramos, nos mataron a casi todos.
- Sí y no...
El risueño dios atrajo la bolita del universo en el que vivió Naira y le mostró imágenes de su tiempo. En ellas aparecían personas que vivieron con ella y a las que ayudó y trasmitió el mensaje revolucionario. Poco después se les veía subirse a una nave espacial y viajar hasta otro planeta.
- ¡Marte, ese es Marte!- gritó la antigua Naira exaltada.
- Sí, así es como lo llamáis.
Tras aterrizar en el rojizo planeta se instalaron como pudieron, descongelaron el agua que pudieron y se adaptaron de la mejor forma posible. Aceleró las imágenes como si se tratara de una película y las paró en un algún futuro. En él se veía a los nuevos marcianitos viviendo en paz, en perfecta armonía con la naturaleza, en una sociedad que se asemejaba a las utopías con las que soñó Naira y las personas de su tiempo.
- No puedo creerlo...
- Pues es así. Tu humanidad aprendió después del dramático error, por eso vuestras luchas no fueron en balde, sembrasteis una semilla que permaneció latente hasta que brotó en la primavera marciana. Ninguna lucha por mejorar la sociedad queda en nada, se consiga o no, es un ejemplo para las generaciones futuras, que en algún momento de ojos grandes recogerán el testigo. El cachito de mundo que cambiaste, que cambiasteis, fue una gotita de agua infinitesimal pero imprescindible, sin la cual no se hubiese colmado nunca el mar de la fraternidad.
- Sí, pero no salvamos el planeta, mucha gente murió...
- Es cierto, pero tú hiciste todo lo que estaba en tus manos, por eso te hemos regalado esta visita a nuestra Isla, para que conozcas nuestro secreto y nos preguntes las dudas más profundas que te hayan surgido durante la vida.

- Qué triste y a la vez feliz me siento por mi pueblo...
- Lo sé, pero no pudimos hacer nada, sólo creamos.
- Ya...- Ojos Grandes hizo una pausa para asimilar tantas emociones y después prosiguió con la conversación- . Pues me gustaría preguntar cuál es el sentido de la vida.
- ...
- ¿ No lo sabes?
- Verás, se me olvidó decirte que puedes preguntar todo menos eso, jajaja perdona pero es que soy un dios despistado.
- ¿Por qué?
- Porque no lo entenderías y además es algo que debes descubrir por tí mismo/a a lo largo de tus existencias.
- No lo he descubierto todavía.
- Ya, pues sigue jugando.
Inmediatamente el dios la mandó a una nueva existencia, esta vez en otro universo, más que nada por variar, y concretamente a un planeta con unos niveles de conciencia de la sociedad mucho más avanzados.”


- Fin
- ¿Ya está? ¿Qué leyenda más rara? No he entendido ni lo de soberanía alimentaria, ni metafísica, ni niveles de conciencia... y ¿Qué es eso de la economía solidaria? – preguntó uno de los chiquillos.
- No te preocupes pequeño, algún día te lo explicarán en la escuela y te acordarás de esta leyenda. Pero me alegro de que me preguntes, nunca dejes de preguntar.

2 comentarios:

  1. SÍIIIIIIIII

    ME HA ENCANTADO. Me quedo con la frase de: ya, pues sigue jugando.

    ¡¡EY!! Me han hecho ilu tus comentarios ;)

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  2. me alegro de q te molara! i enorawena! eres la primera persona q tiene el valor de leerse el relato,jajaja o por lo menos de comentar algo.saludos

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