Extiendo la mano
y siego el espacio vacío.
De la herida en el vientre
del tiempo inerte, fluyes,
dejas arder tu piel de nubes,
iluminando este opaco túnel
que me inyecta en el futuro.
Entonces entiendo,
me sorprendo llorando,
respiro tu imagen y el silencio
se ahorca en cuerdas de acero
mientras mi cuerpo renace,
sin objeto ni conocimiento,
y sale a la calle a buscarte.
lunes, 9 de noviembre de 2009
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