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jueves, 16 de septiembre de 2010

P E R D I D O S

Era el vuelo 815 de Oceanic Airlines. Su ruta comprendía Sydney-Los Ángeles. Los Conejos iban muy alegres porque iban a una conferencia sobre una forma más rentable del cultivo de zanahorias. Pero iban… iban… El avión empezó a hacer unas maniobras bruscas cuando al instante saltaron las mascarillas. No se podía hacer nada, todo se convirtió en un amasijo de hierros que descendía como un globo al que se le escapa el aire.

Todo terminó cuando colisionaron en una remota isla del Océano Pacífico. El impacto fue brutal, pero ese día estaba de lado la suerte de tres Conejos que quedaron vivos. Salieron y no se pudieron creer que en tan pocos segundos había ocurrido ese gran drama. Se abrazaron y rápidamente fueron a ver si había más gente viva. Nada de nada, lo único que pudieron rescatar fueron seis zanahorias de la bodega de equipaje.

Era una isla virgen, se veía claramente que ahí no había habitado nadie. Entre los tres decidieron pasar la noche descansando y esperar que viniera su rescate. Por si acaso, no tocarían las seis zanahorias ya que era el único alimento que disponían.

Pasó la noche y la mañana y no llegaba nada. Empezaron a pensar la posibilidad de que los dieran a todos por muertos, ya que estaban en un punto minúsculo del gran océano y sería difícil que los encontraran.

Empezaron a entristecerse hasta que Primero dijo:

- No os preocupéis chicos, tenemos seis zanahorias y con esto haremos un nuevo mundo para nosotros. Lo único que hay que pensar es como vamos a hacer la producción de más zanahorias.

Los dos restantes aplaudieron la idea y sus ojos se iluminaron de sabiduría. Primero empezó a explicar su idea mientras Segundo y Tercero escuchaban atentamente.

- Mirar chicos os voy a contar que se debe hacer con las zanahorias. Las seis me las dais a mí que yo sé como se manejan y podemos hacer riqueza con ellas. Los primeros días os daré la ración necesaria para poder sobrevivir y luego yo plantaré más con un fertilizante que se hace de la savia de los árboles. De este modo crecerán muy rápidamente y pronto tendremos una superproducción de zanahorias. Nos va a ir tan bien que nos afincaremos aquí para siempre y éste será el lugar que verá crecer a nuestros hijos. Tan sólo necesitamos invertir en el fertilizante. Tendremos tantas zanahorias que podremos hacer una barca con ellas y salir a otras islas. En otros sitios negociaremos y con el paso del tiempo entraremos en el Mercado Mundial, haciéndonos así más fuerte para poder ser los mayores productores de zanahorias del mundo. Recordar que los momentos dónde no se tiene nada es sinónimos de oportunidad.
- Y ese fertilizante, ¿cómo se hace? – preguntó Segundo.
- Pues utilizaremos los árboles de aquí, los talaremos y esa sabia, mezclada con una serie de componentes que da la tierra, ¡nos hará ricos!
- Y nos repartiremos las riquezas, ¿verdad? – dijo Tercero.
- Hombre, ten en cuenta que yo voy a ser el emprendedor, el que se arriesga. No todos podemos ganar igual. Pero eso ahora no importa, tenemos que trabajar duro, cada uno en nuestro cometido, para ser día a día más eficientes. Y así poder alcanzar la gloria.

Tanto Segundo como Tercero se miraron escépticos. Tras unos segundos de espera, Segundo tomó la palabra.

- Pues yo pienso que te equivocas, no es necesario ser rico para vivir. Además me parece que tus ideas son poco justas respecto al reparto, si esto se convierte en una ciudad, tendrá que reinar la equidad. Por eso propongo que se repartan las zanahorias, dos para cada uno y que luego cada uno sea libre de autogestionarse.
- Me parece… - interrumpió Primero
- Déjame terminar por favor. Yo no impongo lo que hay que hacer pero yo os digo que mis ideas pueden florecer. Mira, lo de las zanahorias está bien pero yo no me voy a alimentar de eso. Además plantarla estropea mucho a la Madre Naturaleza. Yo me las comeré para poder sobrevivir y mientras haré un mercadillo de pulseras, de rastas y esas cosas que me dará para vivir. Cambiaré cosas que yo produzca por comida, sin ser zanahorias. Y así conoceré gente y podré viajar a otros lugares. También plantaré marihuana y estaré feliz todos los días. Os imagináis…
- Un momento, – volvió a interrumpir Primero- eso no se sostiene por ningún lado, es una vida sin lógica. Además no tienes calculado cuanto tiempo te van a durar las zanahorias, seguramente sea menor que el que requiere montar tu mercadillo. ¿Y quién te va a comprar?
- Ya pero yo cuento con que Papá y Mamá van a venir a salvarme pronto, siempre lo hacen. Además – prosiguió Segundo – puedo hacer otra vida que no es ésta y también me gusta. Me haré escritor y venderé muchos libros por todos los lados, la gente dice que tengo una buena narrativa.
- Pero recuerda que estamos en una isla perdidos… - masculló Tercero.
- Ya he dicho antes que cuento con Papá y Mamá…

Tercero no daba crédito a lo que estaba escuchando y movía la cabeza de un lado para otro.

- Vamos a poner orden a vuestras ideas, que me parece que no van a ningún lado. - Siguió diciendo Tercero -. Mirar hay que construir una ciudad desde todos para todos, estando en Comunidad. Esta va a ser nuestra dicha y nuestra forma de vivir. Por encima de nosotros está el Todo porque esto es más que la mera suma de las Partes.
- Joder tío, habla claro que no me entero.
- Vamos al tema de la producción. Ahora tenemos seis zanahorias, pues bien vamos a repartir una a cada uno y las otras tres restante se las queda la Comunidad.
- Y, ¿quién es la Comunidad?
- Ahí está la profundidad del tema, que no es nadie y somos todos a la vez. Es decir, estará ahí para quién la necesite y como un método de urgencia. Por ejemplo, si a ti unos días no te sale buena cosecha la Comunidad te dará tu subsidio correspondiente.
- Sí ya… - Habló Primero, que hasta ahora había estado callado – Y ese subsidio quién lo establece.
- Pues muy fácil, redactaremos ahora una serie de normas que nosotros creamos justas a la hora del reparto. Por ejemplo, se me ocurre que si los topos se comen una zanahoria, la Comunidad le dará esa zanahoria. Y así otras más.
- ¿Y quién será quien dé las zanahorias?
- Bueno, pues tendremos que elegir a uno para que sea él quién ejecute las leyes. Además de unos jueces que vean que esas leyes son cumplidas.
- ¿Y si la Comunidad se queda sin zanahorias? – Siguió preguntando Primero.
- Eso puede pasar… Pero advierto todos nosotros no podemos tener más zanahorias que la Comunidad. De esta forma haremos una Comunidad muy sólida. Además, con tu invento de la savia podremos producir mucho y así nunca pasaremos ninguno hambre.
- Qué te los has creído que voy a dar mis conocimientos a una panda de vagos que quiere vivir a costa de mis años de estudio. Y encima para que esa Comunidad que llamas tú tenga más zanahorias que yo.
- Qué egoísta tío. – Tercero se volvió a meter en la conversación.
- No seáis idealistas, el animal Conejo es el animal Conejo y eso nunca se conseguirá.

Al final…

3 comentarios:

  1. HALA!!!

    cómo mola, una fábula cooperativa, cómo se nota años de sociología del autor xD.

    Buena descripción de lo que paza en la realidad

    saludos tortugosos

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  2. gracias tortu!!

    era un poco lo que queríaa explicar...

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  3. ei, corrige lo de "recordaD que los momentos donde no se tiene nada SON momentos de oportunidad. en segundo lugar, esta muy chulo. muy original. haces una caricatura de los hippies y capitalistas para quedarte con la version del Estado/Comunidad. interesante, muy caxondo lo de Papa y Mama,jajaja. bueno como te digo es una caricatura. me parece que hay muchas formas de cambiar el mundo, desde las vias democraticas tradicionales hasta las mas radicales hippies decrecentistas. incluso el capitalismo social es otra via. bueno tio que te dure la inspiracion literaria.

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