Para mis compañeros de caminho:
La música de la gaita
me recorre el alma
de par en par.
Es el final.
Los finales emocionan,
más aun cuando dejan
este rastro de pasos
aliñados con risas,
este rastro de corazones
anchos, estos trozos
de surrealismo inocente,
de palabras que acarician,
de historias que ahondan,
de días sin indiferencia.
Es el fin.
Los finales emocionan.
Y a veces son de piel,
y se palpan erizados,
vivísimos,
como éste.
"Que la paz prevalezca en la tierra",
se reza en Finisterre.
Los pedazos de esfuerzo
bailan al aire,
ya tranquilos.
El sol agujerea el mar.
La gaita sigue lamiéndome.
Y este agua
me late en el pecho,
como vosotros.
Qué delicia todo esto
que hemos gustado juntos.
Aquí, en el final,
me viene ese sabor de nuevo.
El camino nos devuelve a lo que somos:
Horizonte.
Vamos a seguir conteniéndolo todo,
extendiéndonos más allá
de nuestros propios límites;
creando finales de terciopelo
y caminos de miel y espuma.
Con tanta vida a cuestas
como la de vuestras manos...
miércoles, 1 de septiembre de 2010
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GENIAAAAAAAL
ResponderEliminarQUÉ BIEN TE HA VENIDO ESTE CAMINO DE SOLEDAD!!!
MÁE MÍA ME HA ENCANTAO
TORT
que bueno Fati! me entra una melancolia al leer estos versos...
ResponderEliminar"El sol agujerea el mar.
ResponderEliminarLa gaita sigue lamiéndom."
Eso sí que es poesía, sí señora! Muy bonito!! Yo aún sigo viendo fotos y recordando momentos...
-Cynthia
Chapó pequeña, te coronas por momentos..
ResponderEliminarde verdad, me encanta.
Sigue brillando tanto como ese sol que agujerea el mar...
besines,
Margus