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jueves, 23 de septiembre de 2010

Otoño

Anclado, en la habitación del recuerdo
clavo la vista y veo
las hojas caídas por el susurro del viento.

Y los cielos capeados de estructuras oxidadas
anunciando calma,
sosiego,
paz,
esperanza,

por un mundo que no es mundo ni es nada.

La paloma arranca en vuelo
con ganas de llegar al cielo
que es prometido por el verano,
y el invierno…

Cansados los niños juegan
con las mangas de la monotonía,
sus lápices nuevos
comprados con idea de proyecto
de hacer de ellos letanía,
susurro y almuerzo.

Aparto la vista y pienso,

es tiempo de mirarnos al espejo
y ver que somos la sombra
de lo que espera nuestro ego.

Somos hojas en movimiento,
veletas,
de luces tenues alumbradas con sentimientos
que nos hace salir de la lluvia que llora,
otra vez, con el viento.

Y sentados en la melancolía
de tardes oscuras de lamento,
y tiempo perdido en osadías
para esquivar el sufrimiento,

sufrimiento enfrascado en maquillaje
que nos hace ocultar
el color cobrizo de las hojas
y la fundida luz de la soledad.

1 comentario:

  1. YIIIIYEEEE

    Grandes palabras brillan en el blog... mu bueno, TE SALES!!

    No sé porqué me suena tanto la frase "por un mundo que no es mundo ni es nada"

    Tortuguilla

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