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martes, 9 de marzo de 2010

Reflexionando el mundo: la mujer

Al género femenino y a la mujer en particular, le quiero dedicar unas líneas, aunque caiga en la generalización.
Dónde hay mayor fluidez sino en la cadencia de sus gestos y dónde hay mayor naturalidad sino en sus arrebatos y besos. Tampoco quiero pecar y peco de idealizaciones, pero es que ya son muchos años como para cambiar de repente. Tanto caigo en el mito como en la satanización, pero es que sólo vosotras me hacéis tan variable, susceptible, frágil humanito cuando está con vos. Sé que sin vosotras no podría vivir, como una planta sombría que se marchita sin los rayos del sol, sé que sin vosotras viviría más tranquilo, sin sobresaltos ni rayadas, pero prefiero morir de amor a morirme del aburrimiento, prefiero embriagarme de pasión a ser otro vivo muerto.
Creo que las cosas más poderosas de este mundo tienen una doble cara. El ser humano puede destruir el planeta o hacer trasplantes de corazón (¿Pero seguimos teniéndolo?). El amor puede hacerte el más feliz del mundo o el más miserable si no es correspondido. La palabra puede iluminar las mentes o ser simplemente política (con respecto a esta última, habrá que reinventarla algún día). La mente puede hacerte libre, independientemente de tu estado de salud, o puede hacerte esclavo de ti mismo. Y la mujer, volviendo al motor de la reflexión, nos puede hacer hombres fuertes y ciertos o miedosos niños sin compañero de juego.

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