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martes, 30 de marzo de 2010

Nos hace falta filosofía

En una sociedad tecnificada, materialista y utilitarista nos hace falta lo más básico de la vida: la filosofía. Una filosofía de vida. Vivimos como autómatas, siguiendo el modelo estándar, con más o menos variaciones (ofrecidas por el sistema, por supuesto), pero el modelo estándar: consumir, producir, trabajar, pagar por el ocio, emborracharnos... reproducir el modelo de nuestros padres. Cambiamos pequeños detalles, pero no somos sino una réplica. Las utopías han muerto. Todas han degenerado, desde el movimiento hippie (en mi opinión por las drogas) hasta el comunismo soviético y cubano. Todas las propuestas de un mundo mejor han ido sucumbiendo, alejándose del ideal y se ha impuesto la mierda de mejor sistema posible: el capitalismo. ¿Y por qué? Porque ya no pensamos, porque el que se plantea no enriquecerse es un tonto, porque el que tiene por meta el bien común es un iluso, porque damos asco. Nos hace falta una renovación, un nuevo Renacimiento donde recuperemos las mejores ideas de la historia, desde el término medio como virtud de Aristóteles hasta la Ilustración del siglo XVIII, desde la revolución pacífica de Gandhi y Martín Luther King hasta la vida comunitaria de los primeros cristianos. Tenemos que resurgir de este sistema que se basa en lo más sucio del ser humano: el egoísmo, la acumulación como máxima, mirarse el ombligo hasta quedarse bizco. Y para ello no nos vendría nada mal la filosofía, tener unos fundamentos, una razón se ser, volver a hacernos preguntas para tratar de resolverlas de la mejor manera que podamos, recuperar la inocencia de la antigua Grecia, dónde se fundaban escuelas de filosofía, volver a pensar como seres humanos que somos y no como seres consumidores en que nos hemos convertido.
Esto que digo es una generalización, cada vez más gente se plantea la existencia, el sistema depredador y todos los valores que hemos dado por buenos inconscientemente, pero tristemente la mayoría sigue dictando el presente. Por eso clamo en estas líneas porque nos enfrentemos ante lo más esencial de la vida: ni el dinero, ni el trabajo, ni la familia, ni los amigos, ni la carrera, ni el módulo ni lo que sea, ni siquiera el amor universal; la filosofía, preguntarse acerca de los principios que rigen nuestra existencia, replanteárnosla las veces que haga falta, tener una disciplina interna o anarquía, pero un sistema elegido por nosotros, desde nuestra propia conscientia.

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