Me miraste y lo perdiste todo;
la inflexión de las rodillas,
la llave de tu cuerpo, ahora en mi mano,
los pliegues de la camisa
que descansa en mi mesilla,
junto al reloj y el pintalabios…
todo, hasta el cerrojo
con que sellabas tu boca
esquiva, con los hombres y las horas,
hasta que me descubriste,
un día, escuchando con mis ojos
tu silencio, y te llevé a mi alcoba,
y te enseñé a volar…
y no tuviste miedo de mirarme,
y comenzaste a amar
en el mismo instante en que notaste
que mi voz se confundía en tu cuello,
que mi beso enfurecía la música,
que los dos dormiríamos despiertos,
una noche más, por tu imprudencia
de mirarme, aquel día, a los ojos,
por dejar que conocieras mi alma
y permitir que te robara todo.
ALBERTO GUERRA
jueves, 4 de febrero de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
hmmmm escuchando el silencio con los ojos... me gusta la frase
ResponderEliminarsaludos tortugosos
a tu alcoba...seguuurooo!
ResponderEliminar(esto es para otra...pintalabios??mm..??)
nuy bonita, gracias!:)