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viernes, 27 de agosto de 2010

El final

El Camino es un camino dentro de otro camino, es una ampolla dentro de otra ampolla, una vida dentro de otra vida, y como tal, termina con la muerte. En Compostela me siento morir en paz. Pocos placeres hay mayores que morir plácidamente sabiendo que se ha vivido intensamente. En cada pueblo, en cada río, en cada piedra del Camino, he ido dejando un poquito de mi alma, en cada amigo.
De verdad comprendo que no importa la meta sino el placer de su búsqueda, el dolor y la locura.
Cuando las máquinas nos hacen olvidar nuestra condición de seres humanos, cuando las nuevas tecnologías y el capitalismo salvaje no han hecho perder el calor de las relaciones humanas, veo que el Camino es un antiguo brebaje cuyo sabor nos recuerda quienes somos, nos hace recuperar la memoria y la ilusión.
Muchas veces pienso que la sociedad perdió el Norte, pero al ver a tanta gente, a viejitos en grupo cantando como chiquillos, a portugueses alemanes y españoles caminando en la misma dirección, cuando veo Personas que buscan el Norte y lo encuentran, entonces sé, que aún queda un valle enorme para la esperanza.

2 comentarios:

  1. Muy grande el viaje. Desde el primer día hasta que volvimos a tierras madrileñas.

    Aunque algunos se quedarían en el cielo ¿Eh?

    t-t-t-t-t-¿tort?

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  2. jajajaja si, yo me quedaria volando... muyyyy grande tort!

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