Por la mañana me levanto
y no estás tú.
Temprano miro el reloj
y me dan las once.
Con el café en la mano
remuevo la negredad,
echándolo en frío hielo.
En la noche pasada
me miro y te veo a ti sin mí,
creyendo que estás
en felices versos
que yo no te puedo dar.
viernes, 6 de mayo de 2011
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