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martes, 17 de mayo de 2011

Spanish Revolution

“Defiendo el encuentro de la política y el amor”
(Isabel Mateos, candidata de IU a la alcaldía de Jaén)

Se han escrito muchas líneas sobre la que se ha denominado en Twiter la Spanish Revolution. He de decir que no tengo Twiter, desconozco todo lo que se ha movido en la red, pero es que Internet no ha sido más que una herramienta para difundir y canalizar la indignación de mucha gente por los acontecimientos de los últimos años, el sentimiento yacía latente en las conciencias de los “ciudadanos de a pie”. Y entre ellos me incluyo, en el ciudadano medio, aquel que no le ha enchufado papá en ninguna empresa, aquel que (siendo sincero), ha gozado de los privilegios de la sociedad del bienestar y de unos padres generosos y no ha tenido que luchar en exceso por su futuro. Hasta ahora.

Creo que no hay que ser ningún activista ni intelectual, para entender que nos han engañado. Hemos pagado la crisis las clases medias especialmente, y con un gobierno que se autodenomina como socialista. Ha sido así en toda Europa. Y si nos remontamos a los culpables de la crisis, no tendríamos que mirar tanto a los políticos como a los empresarios corruptos de las multinacionales: a la economía financiera, esa economía ficticia, que se basa en crear dinero a partir del dinero, sin ofrecer a la sociedad ningún bien o servicio. Es por culpa de los grandes jugadores del monopoli mundial, que nos hemos visto inmersos todos en esta vorágine de miseria. Y por supuesto que los políticos tienen su parte de culpa. Ellos han estado al servicio de los empresarios que les dictaban que lo mejor era hacer caso de los mercados, ya fueses un partido (teóricamente) de izquierdas o de derechas. La democracia (gobierno del pueblo), ha pasado a ser la podercracia o gobierno de los poderosos, ante la mirada incrédula de la mayoría de la sociedad, de los ciudadanos con un mínimo de conciencia crítica.

Entonces entra en juego un actor que se creía dormido: la sociedad civil, los ciudadanos. Se pensaban que en Europa no podía suceder lo mismo que en los países árabes, aquí la gente vive mejor como para dejarlo todo por una manifestación o por unas movilizaciones. Aquí la gente no tiene dictaduras que derribar, sólo pseudodemocracias. Pero han infravalorado a este actor, lo han despreciado, y ahora está rabioso y dolorido. Los jóvenes no nos creemos la mierda de mundo en el que nos ha tocado vivir, aspiramos a un futuro mejor para nosotros y para nuestros hijos, y por ello vamos a luchar.

Por último me gustaría añadir una doble recomendación a esta revolución que se está gestando, y hace referencia a la frase que introduce mi reflexión. Debemos canalizar este sentimiento negativo, esta indignación, en algo positivo, en una energía creadora. Porque si no, nuestra protesta podrá caer en la violencia o en la falta de propuestas. Es muy necesario unir al sentimiento de cambiar las cosas un sentimiento pacifista, de amor universal, para no caer en el insulto fácil, en la destrucción del supuesto enemigo. Así, se podrán articular asociaciones, manifiestos, acciones que se fundamenten en las ganas por otro mundo posible, más que en el odio por el actual estado del mundo. No sólo hay que quejarse de lo mal que están las cosas, sino pensar en lo que se debe cambiar y cómo. Por ejemplo, yo veo muy necesario cambiar la injusta ley electoral o abogar por una reforma fiscal, y eso sólo se podrá conseguir con hechos prácticos: votando a determinados partidos o recogiendo firmas. Es decir, creando no destruyendo. Porque que nuestros políticos y empresarios no estén a la altura de la sociedad, no significa que el Estado de Derecho haya que cambiarlo en su totalidad, no significa que la democracia no pueda funcionar y por tanto salirse de ella, sino que hay que sanear el Estado y la democracia, por nuestro propio bien.

La otra recomendación se refiere al tema del individuo, a la necesidad de revolución interior para ser coherente con la revolución social. No podemos exigir justicia, si no somos justos en nuestras relaciones personales, no podemos exigir coherencia, si somos un cúmulo de contradicciones personales. Debemos hacer un esfuerzo por mejorarnos como seres humanos, y así tener la suficiente convicción de que este cambio se puede reflejar en toda la sociedad. Para mi caso concreto, tengo cinco objetivos que cambiar en mi vida personal. Pues las ansias actuales de cambio de la sociedad son un impulso para mi cambio. Porque si logro cambiarme, tendré más fuerza y esperanza en que otros lo puedan conseguir.

Con respecto a la primera recomendación, una buena forma de transformar la energía negativa en positiva es la espiritualidad. El sentimiento budista de la compasión y ecuanimidad hacia todos los seres vivos me parece muy acertado. Tenemos que ver que los que no se quieren dar cuenta del descalabro en que nos encontramos, no son enemigos, no son “los otros”, los “poderosos”, son personas de carne y hueso que por sus circunstancias han llegado a pensar y actuar así, pero hay que amarles en tanto que son seres humanos como nosotros, y el mejor método para hacerles ver el mundo de otra manera es demostrarles nuestro amor universal, con nuestro ejemplo y acciones podemos transformar cosas más profundas que con nuestras palabras. Recuerdo una mujer que en la manifestación del domingo, en vez de llevar una pancarta, llevaba un mandala. Le pregunté por la razón por la que lo había hecho y me dijo que había estado meditando en torno a la manifestación y que le había salido ese mandala, que era una llamada a la armonía que necesita nuestra sociedad. Y evidentemente, sin justicia social es difícil que haya armonía social, pero sí que podemos intentar cultivar una armonía interior. Aunque estés en el paro, aunque hayas perdido muchas cosas, siempre te quedará tu rinconcito interior para encontrarte contigo mismo y con los demás.

Así que después de este sermón final:
¡Mucho ánimo compañeros, que el futuro es nuestro!

3 comentarios:

  1. Ojalá esto se convierta en un momento histórico. A por ello!

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  2. ME QUEDO CON ALGUNAS FRASES DE AYER, AQUÍ LAS COMPARTO:

    -Os habíamos pedido poco y nos disteis nada, ahora lo queremos TODO

    -El poder nos teme porque la revolución enamora.
    Tortuguilla

    - No os dejeremos dormir porque no nos dejáis soñar.

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