Realidad

He aquí una breve muestra, de lo que mis alumnos de informártica han hecho artísticamente durante el curso.



Me doy cuenta de que las personas cuanto más tienen más racistas son;
da igual que sean gitanos, negros, blancos o chinos, son personas.
Me duele tanto que la gente se dirija a los extranjeros o gitanos con esos
nombres que les ponen y el tono que emplean de desprecio; no se dan cuenta
de la situación en que se encuentran: vienen de su país sin saber qué futuro
les espera y dejando hijos y familiares en condiciones penosas.

Pero nosotros vivimos bien y no nos falta para comer y gastar el dinero en tonterías (qué la mitad de ellas no nos hacen falta). Con la comida pasa igual, la tiramos en vez de aprovecharla y no se piensa que hay muchos niños que no tienen para llevarse nada a la boca (no lo piensan o les da igual, que es peor).

Cuando yo era pequeña todo era diferente. La casa de mis padres era como una
pensión, veníamos de mi pueblo a Madrid y fuimos a la casa de una paisana, que se llama Josefa, y nos recogió hasta que mi padre encontró trabajo.

Éramos todos como una familia, lo que hizo Josefa se lo agradecimos siempre, en el alma, y empecé a ver a sus hijos como mis propios hermanos.

La casa era pequeña, por la noche la cocina y el salón eran nuestros dormitorios; mis dos hermanos y yo dormíamos en un colchón de borra (nos poníamos dos arriba y uno abajo) y a mis padres les tocaba en la cocina. Comíamos todos en el mismo plato y los chicos mayores nos entretenían para así poder comer más. La ropa se pasaba de unos a otros, puesto que mi casa se llenaba de personas, y lo teníamos que compartir todo con lo poco que teníamos.

Ahora nos despreocupamos de todos los problemas que tenemos a nuestro alrededor y no nos damos cuenta de que como viven los inmigrantes hoy en día es como vivíamos antes nosotros.


TINA