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jueves, 3 de marzo de 2011

Sol de invierno

Flop. ¡Me ha caído una gota de agua! No puede ser, si estoy en clase... Flop. Vaya pues está lloviendo. Levanto la cabeza y veo como una lluvia imposible cae del techo de la sala. ¿Bea lo estás viendo? Mi compañera del curso está atónita ante lo que ven sus ojos y lleva un rato sin escucharme. No para de llover, es un espectáculo sereno pero constante donde las gotas de agua son intrépidos paracaidistas que se lanzan desde aviones invisibles. No es que me considere una persona especialmente racional o científica, pero ver llover en un recinto cerrado rompe todos mis esquemas. Y mientras sigo cavilando, la clase ya es una piscina. Flop, flop, flop. El agua me llega a la cintura y no tiene visos de parar. Cierro los ojos para sentir la lluvia en mi cara y al abrirlos estamos todos, incluida la sonriente profesora, con un mono de buceo de los de los documentales, con su correspondiente escafandra. Increíble, parece que el director de este cuento surrealista ha caído en todo. Mientras la profesora se sumerge en una compleja disertación, salgo por la ventana a ver el mundo. Las calles del centro, totalmente anegadas, me recuerdan a los tantas veces imaginados vestigios de la Atlántida. No reprimo mi curiosidad y busco los túneles del metro. Me siento como esos valientes espeleólogos en busca de tesoros submarinos, sólo que esto es una ciudad, y los tesoros no son más que ratas y tuberías. Ante tal decepción, se me ocurre una idea mejor: salir a la superficie. Con lo que ha estado lloviendo, debe estar a casi 100 metros del suelo. Así que subo, con la idea irrefrenable de ver los rascacielos de Madrid convertidos en faros flotantes. Sin embargo, una vez rebasado el umbral marino, lo que me llama la atención es una isla en forma de OVNI: será el Faro de Moncloa. Como en mis mejores tiempos en la playa, nado a toda velocidad para llegar a la ansiada boya. Una vez arriba, me sorprende ver a unos despreocupados supervivientes jugando al mus, parece que las viejas costumbres universitarias no se pierden, ni aunque haya diluvios universales. En estas, que me quito el disfraz de Jacques Cousteau y rebusco en los bolsillos de mi chaqueta a ver si tengo algún garbanzo con el que sumarme a la partida. Lo que encuentro son algunos apuntes que se salvaron de la lluvia y con ellos construyo un barquito de papel con el que navegar en busca de aventuras. Dejo que me lleve el viento. A lo lejos, diviso otra embarcación que viene directa a la mía. Cuando se aproxima, veo sus ojos de azabache y su piel de leche de pantera. Hasta que se estrellan nuestros barcos, entonces nos sumimos en un abrazo infinito que nos permite levitar sobre aguas turbulentas. Levitando llegamos hasta una enorme gaviota que nos ofrece sus alas como alfombra mágica. Tú como Jazmín y yo como Aladín, cantamos y recorremos el mundo desde el Tíbet hasta Palestina. No se ven pueblos oprimidos abajo, sólo un desierto azul. De nuevo volvemos a Madrid y la gaviota nos deja sobre el Faro, con un curioso regalo: una pajita. Sin pensármelo dos veces, comienzo a absorber el inmenso mar hasta que no queda ni una gota y la superficie vuelve a estar a la altura de la acera. La humanidad vuelve a su quehacer cotidiano, pero algo ha cambiado en su engranaje. Hay ciertas cosas que ahora son innecesarias. Vuelvo a la clase de Cooperación para el Desarrollo y resulta que ahora se está enseñando papiroflexia, un arte desde luego muy útil como se ha visto anteriormente. Luego salgo a la calle y veo que las comisarías, los juzgados, los bancos y los cuarteles, se han quedado sin gente a la que multar, condenar, robar o matar. ¡Qué chévere! Como diría la canción de Platero, “parece que el mundo funciona”. Así que vuelvo a mi casa, en un aluvión de felicidad, y busco en Internet ofertas de trabajo: ni una. Resulta que trabajar también será innecesario. A las 3 de la tarde quedo contigo en la Puerta del Sol para extender nuestras esterillas y tomar, cual lagartijas, el deseado sol de invierno.

3 comentarios:

  1. Mi niño me encantaaa, eres super creativo¡¡ Ya me imaginaba a tu lado volando sobre una gaviota jeje.
    Gracias por compartir un cuento tan lindo¡¡

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  2. muchas gracias Esmeralda por esta ahí

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  3. digo Jazmín, que ya confundo las pelis de Disney,jajaja

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